Religiosas del Sagrado Corazón y Santa María de Guadalupe, renuevan votos

Celebrando el corazón de Cristo herido por una lanza, signo de su gran amor por todos nosotros…



Sem. José Gilberto Ballinas Lara

SemCat. Viernes 30 de mayo de 2008. Este día, estuvo lleno de múltiples celebraciones. En la capilla principal nuestro seminario Diocesano, se llevó acabo la Santa Misa en honor al Sagrado Corazón de Jesús, donde las hermanas religiosas de la comunidad de “Misioneras del Sagrado Corazón y Santa María de Guadalupe”, que laboran en nuestra Arquidiócesis reafirmaron su disposición en el servicio a Dios mediante la renovación de sus votos y compromisos.

La Eucaristía dio inicio alrededor de las siete de la mañana, en un ambiente de alegría y de fiesta. “Celebremos el corazón de Cristo herido por una lanza, signo de su gran amor por todos nosotros…”, decía la antífona con la que la procesión solemne inició su marcha hacia el altar. La misa fue presidida por el Pbro. Ronay Mendoza Solar (ecónomo del seminario), en compañía de otros presbíteros, integrantes del equipo formador del seminario, de los seminaristas, de laicos y por supuesto de las hermanas religiosas de la comunidad antes  mencionada.

La homilía fue muy emotiva, el Padre Ronay, saludo a los presentes, en especial a las hermanas religiosas.  Después, nos exhortó a alegrarnos, ya que la solemnidad del Sagrado Corazón, es una fiesta de gran trascendencia que nos recuerda el amor que Dios tiene a todos y cada uno de nosotros.

En su homilía, el Padre Ronay, dirigió unas palabras a las hermanas ahí congregadas, manifestándoles el sufrimiento de Dios cuando alguno de sus consagrados y consagradas no se esfuerzan por vivir la caridad. Por último solicitó que todos los presentes pidiéramos a Dios, que nuestros esfuerzos, y en especial el de cada una de las religiosas miembros de la fraternidad del Sagrado Corazón que en este día renovaran sus votos, sean recibidas por Él que es el principio y culmen del Amor pleno. Enseguida, se realizó el rito de renovación de los votos, donde las hermanas religiosas, con gran emoción, manifestaron a Dios su entrega al servicio a la caridad con los demás.

Después de la Santa Misa, se compartió un desayuno con todos los presentes en el comedor del seminario, donde también se partió un pastel como signo de la alegría de ser participe del amor de Dios.

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