Sem. José Gilberto Ballinas Lara
SemCat. 25 de mayo de 2008. Este día, fue placentero, por que fue una mañana muy fresca, además, porque nos encontrábamos en plena capital de la República Mexicana. La razón por la que estábamos en esta gran ciudad, fue la visita que la Provincia Eclesiástica de Chiapas, hizo al Santuario de Nuestra Madre Santísima de Guadalupe.
Desde muy de mañana, arribamos a la Basílica en espera de la llegada de los peregrinos, que se darían cita cuadras antes sobre el corredor que da a este Santuario. Pudimos notar la afluencia de personas al templo de nuestra Madre, y la asistencia a las misas que se celebraban cada hora que dejaban ver las bancas del templo llenas de fieles. A Dios Gracias, momentos después, nos encontramos entre las personas que estaban en el atrio, a Mons. Leopoldo Gonzáles, Obispo de la Diócesis de Tapachula, quien con mucha generosidad nos regalo un mensaje referente a esta peregrinación:
Monseñor Leopoldo Gonzáles. “Hemos venido como cada año en peregrinación, a visitar a la Santísima Virgen Maria, nuestra dulce Madre de Guadalupe. Cuando un hijo se dirige a su casa materna, lo hace para expresar el amor, el caminar a la casa de nuestra Madre es una muestra del amor que le tenemos. Este, es el primer objetivo de nuestro peregrinar, manifestar a la Virgen María de Guadalupe que la queremos mucho, y se encuentra en nuestro corazón; Basílica es el lugar donde ella nos habló en la persona de Juan Diego y quiso que se le edificara un templo para mostrarnos a Aquél que es su amor y nuestro salvador Jesucristo. Junto a la expresión de amor a nuestra Madre, también venimos a exponerle nuestras necesidades, las aflicciones que cargamos en nuestra vida de cada día, en sus manos colocar todo eso para que las presente al Señor Jesús. Al poner en manos de nuestra Madre eso que nos abruma, sentimos su amor, escuchamos que nos dice “no es nada lo que te preocupa, lo que te inquieta”, y nuestro corazón se llena de tranquilidad y la confianza de que nuestras dificultades, las enfrentamos con ella, y así no estamos solos. También le expresamos nuestros proyectos, que de alguna manera, es continuar la obra que ella confió a Juan Diego.
En Tapachula, una necesidad de primer orden, es en relación de nuestros hermanos migrantes, los que salen de nuestros pueblos y van en busca de mejores oportunidades, además de los migrantes de centro América que sufren la misma situación. Queremos pedir que María Santísima, todos ellos sean tratados, sepamos tratarlos como personas, que nos auxilie para no perder el espíritu misionero que nos recuerda Aparecida, que estemos prestos para ir a donde el Señor quiere que vayamos…”. Concluyó.
Nuestra fe y esperanza, alentadas por el amor de María
Cerca de las 10 de la mañana, nos pudimos percatar de que la peregrinación estaba muy cerca de hacer su arribo al atrio de la Basílica de la Morenita , a lo lejos, se notaba la algarabía de los peregrinos que con pancartas y cantos manifestaban a quienes observaban desde la Av. los misterios del DF, entre los fieles que caminaban al encuentro con la morenita del Tepeyac, se encontraban personas provenientes de Comitán, Tonalá, Huixtla y entre otros municipios de la Diócesis de Tapachula, y por supuesto, de fieles de nuestra ciudad capital, así como de otros municipios de la Arquidiócesis de Tuxtla.
Una vez reunida toda la provincia de Chiapas en el atrio y frente al Santuario Guadalupano, dio inicio la Santa Eucaristía , en medio de un templo con los asientos abarrotados por peregrinos chiapanecos, pero, también de personas de otros estados que anhelaban vivir la Eucaristía con nosotros. La procesión fue solemne, estaban presentes: Mons. Enrique Díaz, Mons. Felipe Arizmendi, Mons. Leopoldo González, Mons. José Luis Mendoza, nuestro Arzobispo, Mons. Rogelio Cabrera, y como regalo del Señor, contamos con la presencia de Monseñor Samuel Ruiz y presbíteros provenientes de las tres Diócesis de Chiapas y diáconos, entre ellos dos diáconos permanentes con su indumentaria regional Tzeltal. Cabe mencionar que el coro estaba compuesta por hombres y mujeres indígenas de la Diócesis de San Cristóbal, quienes llamaron mucho la atención por el estilo tan propio de nuestras culturas indígenas en Chiapas.
La misa fue presidida por Don Enrique Díaz, Obispo auxiliar de San Cristóbal. Antes del acto penitencial, un Sacerdote perteneciente al Santuario de Guadalupe dio la bienvenida a nuestros obispos y a todos los que peregrinamos. Por su parte, Mons. Rogelio de manera afectuosa dio las gracias al pueblo de México y a las instancias responsables de la Basílica por recibir con beneplácito a los peregrinos chiapanecos que con fervor habían hecho el viaje con la intención de contemplar a la Madre de Dios.
La homilía, proclamada por Monseñor Felipe Arizmendi, estuvo llena de mensajes de aliento y ánimo a nuestras diferentes comunidades chiapanecas, haciendo alusión a los problemas que estos pueblos sufren cotidianamente en nuestro estado.
Como parte de nuestra cultura chiapaneca se realizó el rito de la danza Tzeltal que se efectuó frente al altar después de la consagración.
Finalmente, la Eucaristía termino, y Monseñor Leopoldo obispo de Tapachula, agradeció a todos los peregrinos su presencia y los exhortó a retornar a sus pueblos con nuevos bríos y con la Esperanza que la Santa Madre de Dios por quien se vive, está presente en nuestras vidas para acompañarnos en nuestra peregrinación hacia Dios.
“¿No estoy yo aquí que soy tu madre?, ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría?” (Nican Mopohua 118-119)
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