José Gilberto Ballinas Lara
Mucho se ha hablado sobre la realidad
que prevalece hoy, aunque de manera general, en las familias. Quiero destacar
en esta ocasión el aspecto moral que ha ido perdiendo sustento debido, muchas
veces, a la cerrazón y el asedio de ideologías reduccionistas que proponen una
visión muy limitada de la vida, especialmente reflejada en el ámbito afectivo
sexual.
Los adolescentes y jóvenes tienen una
concepción de la sexualidad como un poder hacer de manera desmesurada, en una
relación, un “contrato”, entendido éste como al acto donde ambas partes (hombre
y mujer) se “gustan” y adoptan un criterio de intercambio de aparentes
sentimientos, traducido en compartir tiempo, bienes materiales y hasta la
entrega de su cuerpo, (en el coito).
La Moral, tiene su sentido en la
aplicación de una o unas normas que se establecen en primera persona, es decir,
para uno mismo y no para los demás; pero que además, tales normas, tienen como
fundamento el bien que se busca, bajo un ejercicio consiente y racional que lleve
a un actuar conforme a ese bien, considerando además que la persona se ve en
relación a todos, lo cual deja entrever que aunque hace uso de la libertad,
tiene que respetar, de igual manera, la libertad del otro.
Este aspecto, la moral, ha ido
perdiendo sentido entre las personas, especialmente debido a la información tan
limitada a la que son expuestos los niños, adolescentes y jóvenes, mismos que
obtienen, de fuentes como los medios masivos de comunicación: Televisión, la
Internet; por mencionar los más usuales, el cúmulo de información que en estos
instrumentos mediáticos se presentan. Dicha información desde una perspectiva muy particular y
reducida, inclinada principalmente hacia un hedonismo (felicidad en el puro
placer), por ello los temas que se exponen son sobre sensualidad, hasta llegar
al erotismo.
Por otro lado, la libertad,
confundida con un ejercicio desenfrenado de la misma, lleva incluso a un
libertinaje, acciones realizadas sin un previo ejercicio de discernimiento que acarrean, por lo general, el realizar actos mayormente contraproducentes, de los cuales uno
puede llegar a arrepentirse con el tiempo.
Es necesario, pues, que los papás
eduquen en valores a sus hijos, incluso desde la temprana edad, hablarles con
los términos correspondientes de la necesidad de reflexionar sobre las acciones
a realizar, destacando que todas deben estar respaldadas por un ejercicio
consciente de la libertad, que busque el bien particular sin agredir la libertad
de los demás, cultivando así la dimensión moral de la persona misma que se irá
consolidando durante la vida.
Comentarios
Publicar un comentario