Nuestro interés por el bien es interés de todos



José Gilberto Ballinas Lara
MAESTRANTE (Filósofo, comunicador y psicólogo)

Nuestra vida en sociedad tiene como una de sus bases el interés por el bien particular. Si nos esforzamos por tal o cual actividad, es porque de fondo nos mueve el beneficio que recibiremos de la misma. Eso no está mal, ya que forma parte del anhelo de perfección, característica propia de nuestro ser de personas.

Ahora bien, ¿es correcto entonces buscar que nuestros intereses personales se lleven a cabo?, ¡Sí! Pero si tomamos en cuenta también al “otro”, es decir, que aún cuando nuestra naturaleza humana nos conduce a buscar el bienestar particular en la realidad social de la que somos también parte, está claro que en el proceso descubriremos que hay otros muchos intereses particulares que hay que aceptar como realidades, mismos que nos hablan de personas como nosotros con intenciones de un bienestar.

¿Qué hacer al respecto?, ¿Cómo poder alcanzar lo que anhelo? Esto es un tanto difícil de responder, pero no imposible de hacerlo. En la medida de que uno mismo sea capaz de ser consciente de sí, de sus capacidades y limitaciones, de que es persona pero en relación a otras más, ya está dando los primeros pasos hacia la búsqueda de un auténtico bien.

Contemplemos ahora lo siguiente: El bien es en definitiva la realidad más buscada por toda persona, nada busco que no sea agradable, que me provoque gozo, más aún que sea benéfico para mi realización, por decirlo de alguna manera. Sin embargo, no podré lograr tales “bienes” sino considero que sólo los alcanzaré con el apoyo de otras personas que tienen relación directa o indirecta con ese bien buscado. ¿Entonces, debo pasar, incluso,  sobre estas personas? ¡No!, si tu interés por un bien tuvo el previo uso de tu razón, de seguro que habrás descubierto elementos como: Dignidad, igualdad, justicia, derechos, etc., que son constituyentes de una auténtica sociedad de personas y que necesariamente deben ser tomados en cuenta.

Nuestra Iglesia, en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia N°. 164, expresa: “Por bien común se entiende ‘el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección’…El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo, también en vistas al futuro”.

Es así necesario vernos insertos en una realidad social, tenemos pues, una dimensión comunitaria, no podemos prescindir de esto. Por consiguiente, los elementos citados antes se entienden sólo si hay un sujeto a quien se le aplique, o más que sujeto, una persona. En este sentido, toda sociedad está formada de personas que, como hemos dicho, tienen intereses particulares pero esos intereses se lograrán con la ayuda de la misma sociedad, porque en definitiva, tendrá repercusión en la comunidad. Aquí empezamos a hablar del “bien común” como se nos ha propuesto en la citación anterior.

Por lo tanto, tenemos que el bien es una realidad común en todos, el bien que nosotros nos procuremos se ve en orden al bien que el mismo traerá para la sociedad, porque es en el seno de la misma donde se busca y en ella se encuentra y sólo con la ayuda de los demás se podrá alcanzar con mejores resultados.

No perdamos de vista de ahora en adelante, que nuestro interés por un bien tiene que estar respaldado por el bien que los demás recibirán del mismo. Así ayudarás a construir una mejor sociedad y una mejor comunidad.

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