Nacer de Dios a una nueva vida


Nacer de Dios a una nueva vida
Lunes II de Pascua
 
Texto del Evangelio (Jn 3,1-8): Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él». Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios».
Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?». Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu».

Breve Reflexión

Por: José Gilberto Ballinas Lara

MAESTRANTE (Filósofo, comunicador y psicólogo)

Es un placer poder compartir, nuevamente, estas pequeñas reflexiones.

Este lunes II de Pascua, el evangelio según san Juan nos confronta ante una de las realidades sacramentales esenciales en el camino de la fe cristiana, el Bautismo.

San Juan nos presenta a Nicodemo, un maestro de la ley que guiado por Dios fue a donde estaba Jesús para conocerlo personalmente y aprender de él. Nicodemo es, a saber, el único maestro de la ley que lo reconoce como el auténtico Maestro Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro... Jesús responde inmediatamente con el tema del Reino de Dios, argumentando que el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.

Es razonable pensar que Nicodemo no comprendiera, del todo, la expresión de Jesús y se nota cuando cuestiona el hecho de lo que implica volver a nacer ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer? Jesús le deja más en claro que se refería a un nacimiento que supera la condición material y biológica, que es de índole espiritual, trascendente Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.

Cristo, con su Pasión, Muerte y Resurrección (misterio pascual) nos concede la vida eterna y nos restituye a la gracia. La Santa Madre Iglesia, gracias a las Sagradas Escrituras, la Tradición Apostólica, y al Magisterio de la Iglesia, nos ha demostrado que los siete signos Sacramentales son las realidades espirituales, por medio de las cuales el Señor actúa insertandonos en su propia vida. El Bautismo es el primero y es el Sacramento por el cual Cristo nos hace hijos adoptivos del Padre y nos transforma en miembros del Cuerpo del Señor que es la Iglesia. Es por medio del baño bautismal y el fuego del Espíritu Santo que recibimos tales dones sagrados.

Roguemos al Señor Jesucristo que en esta Pascua nos conceda la renovación de nuestro Bautismo para que, podamos experimentar sus dones en nuestra vida y poder así decir que hemos nacido de lo alto.


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