"Ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir" Evangelio de hoy



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Lc 21,1-4: "En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el cepillo del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo:

-Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir"

¡Palabra del Señor!

REFLEXIÓN PARA LA VIDA:

Mtro. Gil Ballinas

Para nuestra Iglesia católica, ha concluido el año litúrgico. Uno, lleno de grandes logros en la evangelización. Pero, también, con grandes necesidades de corrección y proyección frente a las actuales dificultades sociales.

El día de hoy, el evangelio de Lucas, nos presenta al Señor Jesús, realizando su ministerio en Jerusalén. En una de las ocasiones, luego de varias confrontaciones  con los escribas y maestros de la ley, seguramente estando presentes algunos de ellos en el templo, sucedió que "unos ricos echaban sus donativos" en el arca del tesoro. Vio también como una viuda "pobre" hacía lo propio depositando sólo dos monedas. Esto fue significativo, para que Jesús explicara que, Dios no juzga igual que los hombres. Ya que destacó la pobresa sobre la riqueza. Las dos monedas que eran "todo" para esa desafortunada mujer valen más que las "sobras" de esos ricos y adinerados. Con eso quería aclarar a sus discípulos que para Dios, son más importantes los pobres y excluidos, por que ellos están abiertos a Dios, al punto de depositar toda su confianza en Él, y dar todo lo que tienen, sin quedarse nada.

El juicio del mundo sobre la riqueza y pobresa, es, en general, que la riqueza es buena y algo que debe buscarse sobre cualquier otro aspecto. Por el contrario, la pobreza es mala y debe evitarse a toda costa. La riqueza, en un mundo sumamente materialista como el nuestro, se mide por la capacidad de tener, poseer y aumentar, los propios bienes materiales. El rico, puede pasar su vida buscando tener más, y es común que desgasta sus esfuerzos, sacrificandose y a su familia, por tener cada vez más bienes materiales. El rico suele destinar una "miseria" de todo lo que posee a programas de apoyo y ayuda "humanitaria", sabedor de que su economía no se ve comprometida. Por el contrario, ese gesto puede hacerle popular, y, el reconocimiento del "donativo", traerle otros beneficios materiales. Un rico, lo ve todo bajo la perspectiva del dinero y poder adquisitivo. En ese bien material está toda su confianza. En cambio, un pobre, que por más esfuerzos no logra superar su condición, eleva su mirada y todo su ser a Dios, y pone su confianza en Él. Entrega todo lo poco que tiene de bienes materiales, pero, además, suele entregarse a sí mismo a esa esperanza en su creador. Así pasó con la viuda de la que habla, hoy el Evangelio.

¿Cuántos habemos que nos pasamos la vida buscando tener, algún día, riquezas que nos hagan aceptables a la sociedad, queriendo dejar la situación de pobreza económica que podríamos estar viviendo? ¿Cuántos más, sacrificamos la vida que tenemos, a nuestra familia y amigos, por poder estar en la cima de la sociedad? Cuando el fin último del ser humano es la riqueza material, su esencia y naturaleza humanas, se ven comprometidas a empobrecerse (Se olvida de vivir moralmente bien, de sus sentimientos, de los principios y valores fundamentales) Vivir así, es ser esclavizante.

No olvidemos que Cristo quiere, en último termino, nuestra libertad. Por ello quizo venir a mostrarnos la verdad y a dar,  su propia vida, para nuestra salvación. Pongamos nuestra esperanza en él  y démosle, todo lo que somos y tenemos.

 ¡Atesorad tesoros en el cielo. Dice el Señor!

ELEVO UNA SÚPLICA, A CRISTO, POR TI:

Rey y Señor nuestro, que con tu encarnación, muerte y resurrección, nos diste testimonio de amor; concede a la persona, que lee este mensaje, tu luz y tu paz, para que renuncie a la esclavitud y pobreza en que la tiene el anhelo de riquezas materiales. De ese modo, decida entregarse toda (o) a tí y reciba la riqueza espiritual que sólo, tú, puedes darle. Amén.

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