"He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!" Evangelio de hoy


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Lc 12,49-53: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra"

¡Palabra del Señor!

Reflexión para la vida

Por: Gilberto Ballinas

Después que el Señor Jesús, en los versos de ayer, expresara la urgente necesidad de que sus discípulos fueran siervos fieles a Él, ahora, su discurso toma otro tinte. Uno que podría parecer amenazador y, en consecuencia, digno de temerse si tomamos únicamente el sentido literal del mensaje.

"He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!" dijo el Maestro a sus discípulos. Algunos teólogos piensan que hacía referencia al fuego del Espíritu Santo. Otros, que más bien, era parte de la anticipación que, Jesus, hacía de su pasión en la Cruz. Que de ese acto libre y cruento, de amor, emanaría el fuego de la misericordia de Dios para la humanidad.

Lo cierto es que, el ministerio de Cristo no era bien visto por todos. Su presencia era signo de confusión, ya que, su mensaje contrastaba y hasta refutaba muchas de las enseñanzas y costumbres de los maestros de la ley y legistas judios de ese tiempo. Esto se entiende cuando Jesús expresa "¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división"

En nuestro tiempo, donde se acrecienta una ola de incredulidad hacía la realidad de Dios. Donde, para poder cometer iniquidad en aspectos de la vida, como el sexual, el familiar, y en el tema de la reproducción humana y procreación, "basta con deshacerse de las normas morales y éticas, de las normas religiosas (cristianas especialmente) y, sin un Dios que señale las malas acciones, dar rienda suelta a todo. Puesto que todo estaría permitido.

En este panorama el Evangelio de hoy nos exhorta a tomar postura entre Dios y el Mal. Entre Cristo y el demonio. Entre hacer el bien que Dios pide u obstinarse en la maldad (libertinaje en todos los ámbitos, violencia y muerte). En síntesis, elegir entre el amor (vida) y el odio (muerte). Elegir a Cristo,  implicará tener severos conflictos con quienes elijan el mal y al demonio. Como van las cosas en el mundo actual, elegir ser testigo del Señor, nos traerá, incluso, la muerte. Pero con la esperanza de la vida eterna en Él.

Ante tal disyuntiva ¿Qué elegirás? Por que una tercer postura (neutral o no querer tomar partido) no existe. Es absurdo.

ELEVO UNA SÚPLICA, A CRISTO, POR TI:

Imploro tu misericordia, Señor Jesús, para que, tú hija (o) que ha leido este mensaje, decida, de ahora en adelante, aceptarte como su Dios y Salvador, de modo que, dejando su vida de pecado e iniquidad, se atreva a vivir plenamente la fe en ti, testimoniando tu amor a este mundo en oscuridad. Amén.

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