Cuídence de la hipocresía. Evangelio de hoy

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(Lc 12,1-7): "En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los
fariseos, que es la hipocresía.

Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos»"

¡Palabra del Señor!


Reflexión para la vida

Gilberto Ballinas 

Esta ocasión, san Lucas nos da a conocer una significativa exhortación que Jesús hace a sus discípulos en el contexto de su viaje a Jerusalén, lugar donde Él sabía tenía que padecer y antes de atender a una multitud de personas que quería escuchar a Jesús y ver sus prodigios, los discípulos, son exhortados a no adoptar las costumbres de los fariseos y escribas (la hipocresía como aspecto principal) "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía" Esta hipocresía se traducía en actitudes como la cerrazón y la apatía para asumir las auténticas Leyes de Dios y hacerlas vida, no existía un compromiso real para cumplir la Ley, pero sí la exigían a otros; de ahí porque eran denominados ¡hipócritas! por el Señor Jesús.

En estos versos, Jesús preparaba a sus discipulos para los problemas que les traería el anuncio del evangelio. Para no caer en los vicios y pecados que cometían los supuestos maestros de la ley, especialmente la hipocresía.

¿Qué es la hipocresía? Buscando una definición sencilla, decimos que es un acto donde la persona hipócrita, vive contrariamente a los principios y valores que defiende, o hace y actúa según aquello que detesta y repudia. La condición hipócrita, hoy en día, es más común de lo que podemos pensar, y no por eso es buena a los ojos de Dios.  Se le puede relacionar con algunos de los pecados capitales como: La soberbia, la ira, y, especialmente, con la envidia. El hipócrita es esencialmente un mentiroso y  recordemos que el padre de la mentira es el demonio, como lo dice el evangelio (Jn 8, 44.)

Ejemplo de lo anterior puede ser el hecho que habemos quienes repudiamos la mentira y la difamación pero, apenas tenemos la oportunidad en una conversación, solemos referirnos mal de otras personas, haciendo juicios sin fundamento (siendo que no conocemos a fondo la realidad de dichas personas), y por si fuera poco, lo hacemos a espaldas de ellas lo cual denota injusticia ya que nos volvemos jueces de alguien que no tiene derecho a defenderse por estar ausente estrictamente hablando. Aún cuando después, en el encuentro con quienes hemos difamado, nos comportemos amablemente. Como si nada hubiera pasado.

Otro ejemplo claro, es de aquellos que señalan, sin caridad fraterna, a otros, sus posibles errores y faltas. Haciendo a un lado el hecho de que, los primeros, viven continuamente cometiendo los mismos o incluso mayores faltas que las denunciadas por ellos. 

Como dije antes, el hipócrita es soberbio, quiere tener la razón en todo y no reconoce sus errores. Recurre a la Ira al irritarse, fácilmente, cuando se le hace ver la equivocación. Suele ser envidioso, al sentirse descubierto por sí mismo, por su conciencia, busca justificar sus problemas, sus errores señalando, limitadamente, la vida y los problemas de los demás. La hipocresía expresa, de igual modo, falta de intelecto, voluntad, identidad, así como ausencia de amor por uno mismo y por los demás. El hipócrita se engaña y se esclaviza así mismo, viviendo una vida doble.


Este día, Cristo nos exhorta, a ser sus discípulos, dejando esta vida llena de pecado y de la mentira de la hipocresía, para comenzar a vivir en la verdad. Deshacernos de las mácaras y empezar a ser auténticos, coherentes, reafirmando una identidad cristiana, bien definida, capaz de amarnos y poder amar al prójimo, que es lo que este mundo, malvado y pervertido, necesita.


ELEVO UNA SÚPLICA, A CRISTO, POR TI:

Divino Señor, Jesús, que eres la verdad encarnada. Mira con bondad a quien lee este mensaje de tu Evangelio, para que desde lo más profundo de su ser, deje de vivir en la mentira de la hipocresía, y acepte con amor tu salvación que libera y nos hace auténticos viviendo en la verdad. Amén. 

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