"Si tu hermano peca, repréndelo...Si te hace caso, has salvado a tu hermano" Evangelio de hoy


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Mt 18,15-20: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

¡Palabra del Señor!


Reflexión para la vida

Por: Gilberto Ballinas

Grandes y maravillosas son las obras del Señor. Sabios y profundos sus designios. 

Esta ocasión, el texto del Santo Evangelio nos brinda orientaciones claras y precisas sobre cómo vivir mejor (como comunidad de fe) corrigiendo y aceptando corrección.

El Capítulo 18 de San Mateo que es un discurso que Jesús dirige, de modo especial, a sus discípulos, se centra hoy en el aspecto de ejercer la corrección con fraternidad.

Para Mateo es de importancia la corrección entre los hermanos de la misma comunidad cristiana.  Reprender, en el texto de hoy, refiere a la acción de corregir al hermano, desaprobar una acción suya que implica un pecado ante Dios. Dicha corrección se realiza en etapas: En un primer momento uno de los hermanos debe amonestar, en particular, al otro que ha obrado mal. Dice el texto "Si te hace caso, has salvado a tu hermano". Si eso no funciona, en un segundo momento, amonestarlo en presencia de otro hermano. Si eso tampoco funciona, la tercera amonestación se haría con ayuda de todos los miembros de la comunidad. Y si esto no resulta en la conversión del hermano, se le trate como una persona impura con la que no se puede tratar. Alguien ageno a la comunidad. 

A nosotros ¿Qué nos pide Cristo en el evangelio de hoy? Corregir al hermano. ¿Tarea sencilla? Aunque algunos piensan que sí, no lo es. Primero, porque implica sentirse parte de una comunidad, de una familia de fe y amor. Segundo, implica tener conciencia de que, como familia, estamos en un proceso de conversión y camino de santidad. Esto, requiere asumir nuestra condición de limitados y pecadores. Por ende, no es lícito sentirse mayor o en mejor posición que los demás miembros de la comunidad, ya que, somos susceptibles a pecar al igual que el hermano o hermana que necesita nuestra corrección. 

¿Por qué debo corregir al hermano? Vuelvo a lo dicho, somos parte de un todo, si una de las partes no está bien, en consecuencia, toda la estructura se ve comprometida. Además, es una exigencia buscar el bien común y, por lo tanto, el de todos los integrantes de la familia. Si un hermano o hermana cae, debemos ayudarle a levantarse. Debemos corregirle, hacerle ver su error para que sea mejor persona y mejor hijo (a) de Dios. Recordemos que "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva", debemos ayudar al otro a salvarse. El cuidado del hermano es parte esencial del mandamiento "amar a Dios sobre todo, y al prójimo como uno mismo" 

Antes de acercarse al hermano para ejercer el deber de corregirle, debo estar en oración y en paz con Dios. Pedir al Santo Espíritu sus dones para corregir de manera acertada y conforme a la voluntad de Dios. Si logramos esto, es muy probable que el hermano acepte la corrección y busque remediar su falta. Así, estaremos ayudando a su salvación personal. Si aún así no logramos la conversión del hermano, procedamos conforme dice, hoy, el evangelio. Con ayuda de otro hermano, le exhortemos a dejar el mal camino. Si es necesario, acudamos a toda la familia para ayudarle a ver su error y pecado. Si aún así no cambia, lo dejemos en manos del Señor. Y sigamos nuestra vida de fe con los demás hermanos y hermanas. Lo mismo aplica para una familia, como padres debemos corregir a nuestros hijos. Como hermanos, podemos ayudar a nuestros hermanos a corregir su error. En fin, ayudarnos los unos a los otros. 

Por otro lado, es urgente que cambiemos nuestra soberbia por humildad cristiana. Para que cuando nos toque ser corregidos tengamos la disposición necesaria para ver, en el hermano, a Cristo que nos quiere nuestra muerte, sino que tengamos vida en abundancia.

ELEVO UNA SÚPLICA, A CRISTO, POR TI:

Señor Jesús, que por medio de los hermanos nos concedes tu amor y misericordia, ayuda a quien lee estas lineas, para que, con amor fraterno se atreva a ayudar a quien requiere corrección. Y, con humildad, acepte ser corregido cuando sea necesario. Amén.

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