Del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que de deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo.
Breve reflexión por: José Gilberto B.L.
La misión es, en buena parte, el sustento de la vida de todo Bautizado. El Señor envía a quienes a llamado a proclamar la Buena Noticia de la Salvación por Cristo. La Palabra proclamada es viva en cuanto hace referencia al Señor Jesucristo y se evidencía con la práctica de la misma. Tal es el caso del Evangelio de este día, donde san Mateo nos detalla que al anuncio del Reino de los Cielos le sucede una serie de acciones concretas (curar enfermos, resucitad muertos, ect.) y otras más que hablan del testimonio claro y característico de todo cristiano. Es tarea de todos los creyentes en Cristo que, una vez recibida la misión la pongamos en práctica, y a semejanza de los Apóstoles de Jesús hacer de la propia vida una adhesión plena a dicha misión, manifestándola a todos los que nos rodean mediante nuestras conductas y prácticas comunes, para que hablen cada vez con más claridad de nuestra convicción sobre nuestro ser de Cristianos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que de deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo.
Breve reflexión por: José Gilberto B.L.
La misión es, en buena parte, el sustento de la vida de todo Bautizado. El Señor envía a quienes a llamado a proclamar la Buena Noticia de la Salvación por Cristo. La Palabra proclamada es viva en cuanto hace referencia al Señor Jesucristo y se evidencía con la práctica de la misma. Tal es el caso del Evangelio de este día, donde san Mateo nos detalla que al anuncio del Reino de los Cielos le sucede una serie de acciones concretas (curar enfermos, resucitad muertos, ect.) y otras más que hablan del testimonio claro y característico de todo cristiano. Es tarea de todos los creyentes en Cristo que, una vez recibida la misión la pongamos en práctica, y a semejanza de los Apóstoles de Jesús hacer de la propia vida una adhesión plena a dicha misión, manifestándola a todos los que nos rodean mediante nuestras conductas y prácticas comunes, para que hablen cada vez con más claridad de nuestra convicción sobre nuestro ser de Cristianos.
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