Evangelio de hoy jueves 19/07/2012

Jueves XV del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Breve reflexión por: José Gilberto B. L. 

Las sociedades del mundo contemporáneo se mueven a un ritmo extremandamente acelerado, de tal modo que cada una de las personas que las conforman están en franco activismo, esto es, un hacer y realizar actividades sólo por el hecho de cumplir con una enmienda o, a lo mucho, por deber, y esa situación lleva a muchos a vivir de modo rutinario, lo cual es sumamente peligroso por las múltiples consecuencias negativas que la rutina trae consigo.

Padecimientos como el estres y la depresión, por mencionar algunos, son comunes entre las personas, no importando raza ni clase social. Estos problemas de salud pública, a su vez, son causa de múltiples enfermedades que han llevado, incluso, a la muerte a varias personas en el mundo. ¿Qué hacer al respecto? No falta quienes busquen una mejora mediante terapias alternativas, y otros, por ignorancia, caen en manos de estafadores que hasta ponen en riezgo la vida de quienes acuden a ellos.

 Las terapias y la ayuda médica en general son benéficas pero no procurarán nunca el alivio pleno de la persona. Es necesario hacer conciencia de que toda acción lleva consigo un sentido y una razón. Al respecto nos ayuda el Evangelio de este día. Cristo, Dios hecho hombre que vino a revelarnos su designio salvífico, ofrece el descanso a todo aquel que esté cansado de las fatigas y las luchas cotidianas. Solo Él es capaz de dar la paz y la tranquilidad que tanto necesitan quienes han luchado y se sienten sin fuerzas y hasta han perdido el sentido de su vida. Jesús no ofrece quitar las cargas, sino aliviar el cansancio y mediante la mansedumbre y la humildad de corazón, de aquellos que reconocen su condición de seres limitados, colmar de paz y de nuevas fuerzas a quienes a Él acuden. 

Sólo Cristo es capaz de darle un sentido correcto a nuestras acciones, y, de ese modo, hacer que su fuerza renovadora dé un nuevo impulso a nuestras luchas, haciendo que la cruz diaria sea más llevadera.

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