Evangelio de hoy Domingo XV (B) del tiempo ordinario

Del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13 

En aquel tiempo Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que tomasen para el camino, un bastón y nada más pero ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos. Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. 


Breve reflexión por: José Gilberto B. L.


El mundo entero y sus habitantes necesita creer en Dios, pero no en un Dios desconocido, hipotético. Necesitan de Cristo, Dios hecho hombre que vino a revelarnos su designio de amor salvífico. Es tarea de todo aquél que ha recibido el llamado a la fe cristiana darlo a conocer por medio de la Palabra que da vida y especialmente con el testimonio. 


En los versos de hoy el evangelista san Marcos pone de manifiesto la radicalidad de la misión que Cristo dio a sus Apóstoles: Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos. Llamado y envío son realidades relacionadas, la una supone a la otra. Nosotros sabemos que para que la misión sea eficaz se necesita que nosotros estemos dispuestos a llevarla hasta sus últimas consecuencias, para esto, no será suficiente nuestras simples fuerzas, ni ningún objeto material por más sofisticado que este sea, y así lo demuestra san Marcos Les ordenó que tomasen para el camino, un bastón y nada más pero ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Muchos que somos enviados ponemos primero lo material traducido en todo los objetos que pueden servirnos en la misión, olvidando de que sólo somos portadores de un mensaje que no es propio, sino de Cristo, es más, el mensaje que llevamos es Cristo mismo. Para el éxito de la misión es necesario hacer conciencia de que Cristo es quien será anunciado y que debemos llevar con nosotros la fuerza de Dios y los dones y carismas del Espíritu Santo para hacer que la Palabra que llevamos sea viva y eficaz con nuestro testimonio.

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