"...la luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron las tinieblas a la luz"
Evangelio de hoy 10 de abril de 2013
Dijo Jesús a Nicodemo: "Dios amó tanto al
mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera,
sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no es
condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre
del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los
hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo
el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras
sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la
luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en
Dios".
Palabra del Señor.
Breve reflexión
De: José Gilberto Ballinas Lara
MAESTRANTE (Filósofo, comunicador y psicólogo)
Esta vez, la liturgia de la Palabra nos regala, en
los versos del evangelio según San Juan una gran oportunidad para meditar, al
menos un poco, sobre la misericordia de Dios y el amor que falta a la
humanidad.
Para el pueblo de Israel, el mundo, como una
estructura formada de tres partes (Cielo, tierra, e infierno. Ex. 20, 4.), está
orientado hacia Yahvéh y es el lugar de la presencia benéfica de Dios para el
hombre. Este último está ligado al mundo al ser creado del polvo de la tierra y
tener que retornar, después, a la tierra.
Por otro lado el mundo, refiriéndonos especialmente
a la estructura terrenal, está conformado de creaturas hechas por Dios, entre
ellas la más importante, el hombre, hecho a su imagen y semejanza, y el
encargado de administrarlo correctamente y llevarlo a su plenitud.
Es una realidad que el mundo actual nos muestra un
panorama desolador: mal uso de los recursos naturales, pero también la
inconciencia y deshumanización del hombre que lo ha llevado a olvidarse del
bien común anteponiendo sus propies intereses particulares.
Dios nunca abandonó al hombre a su suerte, sino que
estuvo con él acompañándole en cada momento de la historia y preparándolo para
recibir la salvación definitiva enviando a su único Hijo, ya que, "...Dios
no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él"
Por la inclinación al mal y empujado por el
enemigo, el hombre, desde sus inicios se ha apartado de Dios, pero Él lo ha
buscado siempre y en Cristo se plenifica esa iniciativa del Padre, de salir a
socorrer a su más preciada creación, simplemente por el amor que le tiene al
hombre.
Los cristianos debemos estar siempre atentos de ser presencia efectiva de Jesús que ilumine las tinieblas con la luz de
Cristo, y enseñe a todos que, en medio de la adversidad, lo mejor es esforzarce por hacer la voluntad del Padre y elegir las obras de la luz; y por medio del amor, reorientar al mundo a Dios.
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