Yo soy el pan
de la vida
Del Santo Evangelio Según San Juan (Jn 6,44-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: "Nadie puede venir a mí, si el
Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el
que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto
al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En
verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan
de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo
soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo".
Breve reflexión
José Gilberto Ballinas Lara
MAESTRANTE (Filósofo, comunicador y psicólogo)
Ahora, el evangelista San Juan nos pone a todos frente a la realidad de Cristo como el alimento perfecto y definitivo para la salvación del género humano.
Después que el Señor hizo varios "signos", y el más reciente el de la multiplicación de los panes, por medio del cual dio de comer a miles de gentes que lo seguían, recordando entre otras cosas, que Dios no deja morir de hambre a su pueblo, como lo hizo con el Maná en el desierto; ahora Cristo les da a conocer que para recibir la gracia de la salvación Dios ha designado que su único Hijo se encarnara y viniera a este mundo para dar testimonio del Padre "aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre".
Dios no ha desamparado nunca a Israél su siervo, ahora con la presencia de Jesús su pueblo recibe el verdadero alimento, ya no el Maná que fue comida para saciar momentaneamente el apetito pero después se tiene que morir, sino, el Cuerpo de Cristo, "Dios verdadero de Dios verdadero" que se ofrece para saciar el hambre de manera definitiva y concede la vida eterna. Ya no se necesitan más sacrificios de animales para el perdón de los pecados, ha sido Cristo quien se ha ofrecido en sacrificio para la salvación del género humano.
Los que somos cristianos católicos estamos llamados para llevar a los demás esta gran verdad que nos ha revelado el Señor "Yo
soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo". Pero no podemos manifestarla si no creemos en ella, y esto se cumple cuando, pudiendo acercarnos a la Comunión, no lo hacemos, o nos contentamos en vivir en pecado y no nos acercamos al Sacramento de la Confesión, etc.
Imploremos la misericordia del Señor para que nos ayude a creer más en él, y hacer consciencia de su presencia verdadera en la Eucaristía y podamos alimentarnos de su cuerpo y su sangre, para así poder proclamar con nuestra vida que Cristo es el Pan vivo que se ofrece para la vida del mundo.
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