Gilberto
Ballinas
La adolescencia es una
etapa crucial en la vida del ser humano, que inicia con la pubertad. En ella se
desarrollan la mayoría de los elementos constitutivos que harán del
“adolescente” un adulto apto para desarrollarse y alcanzar su plenitud.
Etimológicamente, el
término proviene del latín adolescens, adoleceré, que significa crecer, crecer
hacia la madurez, ir en aumento desarrollarse “La mayoría de los autores han definido la adolescencia como la edad
del cambio; proviene del verbo latino adolescere
que significa crecer” (Madrigal de León Eduardo “Orientaciones educativas para
padres de adolescentes”)
Los rasgos más
característicos de esta etapa de la vida y del desarrollo de la persona humana,
son los cambios fisiológicos, sociales y psicológicos que en la
adolescencia se encuentran.
Los cambios más
notorios son los fisiológicos, tales como: crecimiento de los senos en las
mujeres y el cambio de voz en los hombres, incremento en la estatura en ambos
casos, la menarquía en las mujeres, las poluciones nocturnas en los hombres,
etc.
Los cambios
fisiológicos son muy importantes, ya que, entre otras funciones, preparan al
adolescente para procreación y preservación de la especie humana.
Los cambios
psicológicos son aquellos que tienen que ver con las emociones, lo cognoscitivo
(capacidad intelectiva, y facultades y procesos mentales como la memoria), así
como la adecuación de la personalidad propia.
Por supuesto que no
podemos dejar de lado que, estos cambios influyen para bien, o en su defecto
para mal en el adolescente, involucrándose además el aspecto espiritual tan
importante en su vida, su relación con el Ser superior, Dios.
Es tarea de los padres,
en primera instancia, proponer un ambiente familiar propicio para el buen
desarrollo del adolescente. Por supuesto, el Estado tiene también que mejorar
en sus políticas educativas y culturales, para contribuir con una sana y
correcta educación en las Instituciones educativas.
La adolescencia, como
realidad existente en toda sociedad, debe ser vista como una oportunidad de
hacer de ella algo mejor; cada vez que los futuros adultos que la conduzcan
serán los adolescentes que, en tiempo presente, están desarrollándose, y dicho
desarrollo está en nuestras manos.
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