El que hace la voluntad del Padre entrará en el Reino de los cielos. Evangelio de hoy


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Mt 7,21.24-27: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»"

¡Palabra del Señor!

REFLEXIÓN PARA LA VIDA

Por: Mtro. Gilberto Ballinas

Continuamos viendo el evangelio de San Mateo. Los versos de hoy, nos siguen proponiendo reflexionar sobre el Reino de Dios.

Una de esas veces, mientras Jesús enseñaba, dirigiendose a sus seguidores y tratando de aclararles, más, lo que implicaba ser discípulo suyo, les dijo que más allá de solo pronunciar su nombre "Señor, Señor", para ser auténtico discípulo de él, es necesario vivir conforme a su voluntad "el que cumple la voluntad de mi Padre". Sólo éstos discípulos, los que sean capaces de aceptar su voluntad, por más difícil o sufrida que fuera, podrán ser parte del Reino de los Cielos. A diferencia de los supuestos sabios y orgullosos maestros de la ley y fariseos, que aún cuando pronunciaban el nombre del Señor, y "enseñaban al pueblo las leyes", llevaban vidas agenas a sus predicaciones.

A nosotros, Cristo nos invita a formar parte de su Reino. Un reinado pleno y eterno en el cielo. Para eso, tenemos que ser auténticos discípulos suyos, capaces de confiar plenamente en Jesús y aceptar el plan que tiene para cada uno de nosotros. Incluso, si su plan es diferente al plan que nosotros nos hemos planteado. Eso es hacer la voluntad del Padre.

ELEVO UNA SÚPLICA, A CRISTO, POR TI:

Jesús, Hijo del Padre, que nos llamas a aceptar tu salvación; bendice a quien ahora me lee para que sienta tu presencia en su realidad particular, y se abandone a tí y a tu santa voluntad. Amén.

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