Viernes XIX del tiempo ordinario
Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?». Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio».
Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse». Pero Él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda».
Algo para la reflexión
Por: José Gilberto Ballinas Lara
Para aquellos en los que aún prevalece una visión "machista", el evangelio de este día tiene un mensaje muy importante.
Nuevamente encontramos un escenario donde el Maestro Jesús es cuestionado por fariseos ¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera? La respuesta de Jesús es clara el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Una sola carne. ¿Parece poco este término? Significa la unión radical de ambos seres, hombre y mujer, no solo cuerpo, ni solo alma (para eso tendría que separarse el cuerpo del alma, cosa que hasta hoy es imposible.). Una sola carne. El "Yo" se entrega totalmente al "Tú" y viceversa. De esta unión resulta un solo ser y esa unión encuentra su plenitud en el Sacramento del Matrimonio.
Ni el hombre es más, ni tampoco la mujer, ambos son seres necesarios, ambos cumplen con una parte importante en la unión matrimonial. Ahora, retomando el evangelio, Jesús agrega a su respuesta De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Qué grandeza de esta unión en el Sacramento del Matrimonio que ningún hombre está facultado para des hacerla.
La unión matrimonial de un hombre y una mujer tiene su fundamento en la unión perfecta de Dios Uno y Trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo). El amor del uno por el otro debe ser lo que les lleve a unir ambas vidas en una sola. El amor verdadero, sublime, hace que el varón se entregue totalmente a la mujer para procurarle su bienestar y felicidad, y viceversa.
Oremos siempre para que Cristo bendiga la unión de los matrimonios y haga que el amor reine en los esposos, para que los frutos de esa unión (los hijos) disfruten los innumerables beneficios de la unión amorosa de sus padres.
La unión matrimonial de un hombre y una mujer tiene su fundamento en la unión perfecta de Dios Uno y Trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo). El amor del uno por el otro debe ser lo que les lleve a unir ambas vidas en una sola. El amor verdadero, sublime, hace que el varón se entregue totalmente a la mujer para procurarle su bienestar y felicidad, y viceversa.
Oremos siempre para que Cristo bendiga la unión de los matrimonios y haga que el amor reine en los esposos, para que los frutos de esa unión (los hijos) disfruten los innumerables beneficios de la unión amorosa de sus padres.
Comentarios
Publicar un comentario