"Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces" Evangelio de hoy.


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"En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

-Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba.

Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.

Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó:

-Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.

Pero Abrahán le contestó:

-Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.

Y además entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.

El rico insistió:

-Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.

Abrahán le dice:

-Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.

El rico contestó:

-No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.

Abrahán le dijo:

-Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."

¡Palabra del Señor!

Reflexión para la vida

Por: Gilberto Ballinas

Este jueves de la II semana de camino 👣👣👣 cuaresmal, meditamos el evangelio misericordioso de San Lucas.

Durante su ida a Jerusalén, y en el contexto de una comida en casa de un fariseo, haciendo referencia a la mala vida que ellos tenían y el apego a los bienes materiales que los caracterizaba, les contó una historia titulada "El rico malo y lazaro el pobre". El primero, apegado totalmente a sus bienes, era incapaz de ver más allá de los placeres que ellos (momentáneamente) le procuraban. No se preocupó por analizar lo qué le esperaba después de la irremediable muerte.

El segundo, un desdichado que sufría los más grandes males que, humanamente hablando, se podían sufrir en los tiempos de Jesús. Tras la muerte de ambos, el pobre Lazaro fue al encuentro del Patriarca Abraham (El Padre en la fe, de los judios, de aquellos tiempos) a diferencia del Rico fue sepultado "enviado directamente al infierno" (Excluido definitivamente de la presencia de Abraham)

Dicho relato de Jesús, llevaba, implícita la intención de evidenciar, la mala vida, de los fariseos presentes y cómo ellos, de continuar con su apego al dinero y los bienes terrenos, sufrirían la misma suerte del "rico", serían excluidos de la presencia del principal patriarca, Abraham. Eso sería el peor castigo, que podrían sufrir, después de la muerte.

A nosotros, que nos decimos "Cristianos" en el contexto de este tiempo penitencial de gracia, el Señor nos invita a hacer un alto en nuestra desenfrenada y (para algunos) hasta mala vida, para que descubramos cómo y para qué vivimos. ¿Acaso vivo para llenarme de lujos y darme los más grandes placeres? ¿Es que amanezco pensando, unicamente, ser el centro de atención de los demás? ¿Será que mi apego al dinero, hace que no me de cuenta del dolor ajeno? De ser así ¿Cuán diferente seré de los necios fariseos de los tiempos de Cristo?

Pidamos al Señor que, esta Cuaresma, sea la gran oportunidad de mejorar, en la vida personal, en todas sus dimensiones. Para que esto pase, se necesita nuestra voluntad y apertura a la conversión de fe.

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