Por: José Gilberto Ballinas Lara
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4, 18-19). En estos términos Cristo Nuestro Señor se dio a conocer a los presentes en la Sinagoga de Nazaret, según nos narra el evangelista San Lucas.
Tales expresiones nos recuerdan la realidad de Cristo como aquél del cual los profetas habían hablado que tenía que venir como ungido y enviado del Padre. Cristo se revela así mismo como el Mesías sacerdote, profeta y rey.
En su gran amor, Cristo ha querido participar de su ser a la Iglesia, ya que por medio del Bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes. Sin embargo, la confiere de modo muy especial a quienes están llamados al Ministerio Ordenado, ellos, por los méritos de Cristo y en virtud de una efusión Pascual del Espíritu Santo, reciben el Sacerdocio Ministerial para ser enviados a continuar el ministerio de Cristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia.
Así pues, los que reciben el Don del Sacerdocio Ministerial están llamados a ser presencia sacramental de Cristo, proclamar con autoridad la Buena Noticia del Evangelio, administrar los Sacramentos y apacentar al Pueblo de Dios.
Nuestra Arquidiócesis de Tuxtla ha tenido la bendición de Dios de recibir a dos nuevos Presbíteros: Juan Sánchez Hernández e Hidalgo Hernández Ruíz. A ellos les ha sido conferido el Sacerdocio Ministerial de Cristo. Tienen ahora la tarea de ser, para la Iglesia de Tuxtla, presencia de Cristo Cabeza y Pastor.
Por otro lado, las “Reliquias de Juan Pablo II” llegarán a Tuxtla este 04 de octubre. Este es un acontecimiento eclesial de gran importancia. Los fieles podrán contemplar las reliquias del Beato Juan Pablo II, un Pastor de la Iglesia Universal que dejó huella en el mundo y, especialmente, en nuestro país por el testimonio ejemplar de vida y por haber sido presencia viva de Cristo.
Pidamos al Beato Juan Pablo II por todos nuestros sacerdotes, y en especial por el presbiterio de nuestra Arquidiócesis de Tuxtla, para que, por su intercesión, Cristo los fortalezca en sus fatigas pastorales y los haga ser, cada vez más, presencia suya en medio de nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario