José Gilberto Ballinas Lara
MAESTRANTE (Filósofo, comunicador y psicólogo)
Un gran acontecimiento Eclesial se llevó acabo en nuetra Arquidiócesis de Tuxtla el pasado día 17 de agosto del presente, cuando las insignes reliquias de San Juan Bosco visitaron la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, haciendo brotar sentimientos de esperanza y fe en todos aquellos que tuvieron la oportunidad de estar cara a cara con el ‘misterio’de la Santidad reflejada en las reliquias.
Hemos dicho, con verdad, que fue ‘un gran acontecimiento’, y para constatarlo, basta con conocer lo complejo que resultó para los organizadores de la recepción disponer todo para que la visita fuera todo un éxito, sea por la magnitud de personas y de recursos materiales, que se necesitaron para la organización de la misma, pero, especialmente por las multitudes, en su mayoría fieles, que aún con las dificultades y contrariedades que pudieran estar experimentando, en su realidad particular, fueron al encuentro de ‘Don Bosco’muchos de ellos quizá con la intención de aliviar en algo sus penas recibiendo las gracias y bendiciones que Dios derrama sobre sus amados hijos por intercesión de este gran Santo.
La realidad de nuestra sociedad chiapaneca es tan compleja, como complejos son los sin número de elementos que la conforman, el fenómeno de la transculturación que inponen los pueblos desarrollados, la globalización que continúa queriendo unificar criterios pensamientos y modos de vivir, sin importar la riqueza cultural que nuestro Estado tiene en sí mismo, sólo por mencionar algo. Y, los elementos que inciden, mayormente de forma negativa, en nuestros pueblos provocan el desconcierto de la población, de las familias, y por consiguiente en la persona misma, que no encuentra ya las pautas y directrices que le indiquen por dónde debe caminar para encontrar la felicidad y la realización plena, misma que solamente puede procurar Dios con su amor inefable.
Ante esta situación, hay muchos que asumen una postura de indeferencia y hasta de cerrazón, y no es para menos; ya que si no hay puntos de partida que sirvan para sostener una concepción aceptable de la vida, cómo puede la persona vivir si nisiquiera es consiente de ello, de su existencia. Estas realidades se objetivizan, de modo más radical, en el modo de actuar y de vivir de nuestros jóvenes, que los llevan, como hemos dicho, a crearse una idea erronea de la vida y los conduce a buscar únicamente alegrías, placeres, y gozos aparentes y pasajeros, olvidándose de aquellas alegrías, gozos que remontan a quien es la fuente de la felicidad eterna, Dios.
Los jóvenes son el presente del mundo, de ellos depende que la historia de la humanidad siga un buen curso, con miras a la plenitud del género humano y de la creación misma. Pero, hasta este punto, podemos preguntarnos ¿acaso se puede esperar que tal plenitud de la creación se realice dadas las circunstancias actuales? ¿Serán capaces las próximas generaciones de responder a las necesidades y exigencias que surjan en ese momento, siendo que la mayoría de ellos hoy, en su condición de jóvenes, no tienen ya las bases y principios que les ayude a desarrollarse como personas? Difícil respuesta y hasta desconsertante si nos quedamos únicamente con las posturas indeferentistas de las que hicimos mención antes. Sin embargo, existe también la otra parte, la realidad de otras personas que buscan hacer patente la realidad de Dios como fundamento, como punto de partida, como principio constitutivo de todo y sobre el cual pude edificarse una visión más clara y cierta de la vida. La Iglesia es, por excelencia, fuente ingotable de sabiduría, misma que viene de su fundamento, Cristo, que es la sabiduría plena, capaz de superar el sin sentido, la cerrazón que otros han impulsado y llevar al hombre a vivir una vida más clara, llena de Esperanza que procure la felicidad de todo aquel que haya experimentado la gracia de la fe en Cristo, gracia que se puede ver en sus testigos, y los santos y en este sentido en San Juan Bosco uno de los más insignes por la virtud y la santidad que manifestó y esta santidad se notó en la respuesta que el pueblo de Dios, por medio de los fieles de nuestra Arquidiócesis, manifestarón al atender al llamado que Dios le hizo por medio de la visita de las insignes reliquias de San Juan Bosco, uno de los más grandes santos y testimonios de Cristo.
MAESTRANTE (Filósofo, comunicador y psicólogo)
Un gran acontecimiento Eclesial se llevó acabo en nuetra Arquidiócesis de Tuxtla el pasado día 17 de agosto del presente, cuando las insignes reliquias de San Juan Bosco visitaron la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, haciendo brotar sentimientos de esperanza y fe en todos aquellos que tuvieron la oportunidad de estar cara a cara con el ‘misterio’de la Santidad reflejada en las reliquias.
Hemos dicho, con verdad, que fue ‘un gran acontecimiento’, y para constatarlo, basta con conocer lo complejo que resultó para los organizadores de la recepción disponer todo para que la visita fuera todo un éxito, sea por la magnitud de personas y de recursos materiales, que se necesitaron para la organización de la misma, pero, especialmente por las multitudes, en su mayoría fieles, que aún con las dificultades y contrariedades que pudieran estar experimentando, en su realidad particular, fueron al encuentro de ‘Don Bosco’muchos de ellos quizá con la intención de aliviar en algo sus penas recibiendo las gracias y bendiciones que Dios derrama sobre sus amados hijos por intercesión de este gran Santo.
La realidad de nuestra sociedad chiapaneca es tan compleja, como complejos son los sin número de elementos que la conforman, el fenómeno de la transculturación que inponen los pueblos desarrollados, la globalización que continúa queriendo unificar criterios pensamientos y modos de vivir, sin importar la riqueza cultural que nuestro Estado tiene en sí mismo, sólo por mencionar algo. Y, los elementos que inciden, mayormente de forma negativa, en nuestros pueblos provocan el desconcierto de la población, de las familias, y por consiguiente en la persona misma, que no encuentra ya las pautas y directrices que le indiquen por dónde debe caminar para encontrar la felicidad y la realización plena, misma que solamente puede procurar Dios con su amor inefable.
Ante esta situación, hay muchos que asumen una postura de indeferencia y hasta de cerrazón, y no es para menos; ya que si no hay puntos de partida que sirvan para sostener una concepción aceptable de la vida, cómo puede la persona vivir si nisiquiera es consiente de ello, de su existencia. Estas realidades se objetivizan, de modo más radical, en el modo de actuar y de vivir de nuestros jóvenes, que los llevan, como hemos dicho, a crearse una idea erronea de la vida y los conduce a buscar únicamente alegrías, placeres, y gozos aparentes y pasajeros, olvidándose de aquellas alegrías, gozos que remontan a quien es la fuente de la felicidad eterna, Dios.
Los jóvenes son el presente del mundo, de ellos depende que la historia de la humanidad siga un buen curso, con miras a la plenitud del género humano y de la creación misma. Pero, hasta este punto, podemos preguntarnos ¿acaso se puede esperar que tal plenitud de la creación se realice dadas las circunstancias actuales? ¿Serán capaces las próximas generaciones de responder a las necesidades y exigencias que surjan en ese momento, siendo que la mayoría de ellos hoy, en su condición de jóvenes, no tienen ya las bases y principios que les ayude a desarrollarse como personas? Difícil respuesta y hasta desconsertante si nos quedamos únicamente con las posturas indeferentistas de las que hicimos mención antes. Sin embargo, existe también la otra parte, la realidad de otras personas que buscan hacer patente la realidad de Dios como fundamento, como punto de partida, como principio constitutivo de todo y sobre el cual pude edificarse una visión más clara y cierta de la vida. La Iglesia es, por excelencia, fuente ingotable de sabiduría, misma que viene de su fundamento, Cristo, que es la sabiduría plena, capaz de superar el sin sentido, la cerrazón que otros han impulsado y llevar al hombre a vivir una vida más clara, llena de Esperanza que procure la felicidad de todo aquel que haya experimentado la gracia de la fe en Cristo, gracia que se puede ver en sus testigos, y los santos y en este sentido en San Juan Bosco uno de los más insignes por la virtud y la santidad que manifestó y esta santidad se notó en la respuesta que el pueblo de Dios, por medio de los fieles de nuestra Arquidiócesis, manifestarón al atender al llamado que Dios le hizo por medio de la visita de las insignes reliquias de San Juan Bosco, uno de los más grandes santos y testimonios de Cristo.
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