"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado" Evangelio de hoy
Lc 24, 1-12. "El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.
Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos, Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido."
Palabra del Señor
Reflexión para vivir
Por: José Gilberto Ballinas Lara
La gloria de la Resurrección del Señor, les bendiga y acompañe este sábado Santo. La sagrada liturgia nos brinda hoy el pasaje de la Santa Resurrección de Cristo, bajo el testimonial de San Lucas.
Una vez habiendo sufrido el terrible suplicio en la cruz, el cuerpo físico de Jesús reposaba en el sepulcro. La pena y la tristeza de muchos (especialmente sus discípulos) por lo sucedido, los mantenía en incertidumbre sobre lo que debían de hacer. La pérdida del Maestro sacude la vida del discípulo. Se pierde todo sentido de la vida. Es probable que ellos se encontraran viviendo el luto en un encierro físico y espiritual, llenos de temores.
Dice el evangelio que fueron unas "mujeres" las que, apesar del sufrimiento por la pérdida, decidieron levantarse y hacer algo, prepararon aromas para ungir el santo cuerpo de su Maestro. Estas valientes discípulas, venciendo el miedo, prefirieron enfrentar la dolorosa realidad y continuar con la vida. Rompieron las cadenas del temor y el sin sentido y se aventuraron a hacer algo. Ir al encuentro de su Señor, seguramente buscando ser reconfortadas con el simple hecho de volverlo a ver, aunque fuera muerto.
La sorpresa llegó al ver movida la piedra y vacio el sepulcro. ¿Cómo reaccionaron a tan terrible descubrimiento? Es probable que un nuevo temor sacudió su ser. El cuerpo de Jesús, la última esperanza para ellas, había desaparecido. Es congruente pensar que, en esas circunstancias, pudieron pensar en que, para la vida misma de cada una, todo se había perdido. Ante este panorama, la Palabra de Dios sale a socorrer a estas discípulas. Esos dos seres resplandecientes (seguramente ángeles mensajeros de Dios) llegan a su encuentro para reconfortarlas y devolverles ls esperanza. Ese "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado" son palabras de esperanza que llegan hasta lo más profundo de su ser y devuelve la vida y su sentido original.
El dolor del desencuentro en el sepulcro, de las mujeres, se ve transformado en alegría por la esperanza del reencuentro con el Señor, ya no muerto, sino vivo en todo su esplendor y majestad. Esos corazones destrozados, ahora, se ven regocijados por una alegría indescriptible. Por ello, esas valientes mujeres corren a dar la maravillosa noticia. Quieren compartir esa alegría pascual con los demás discípulos, para que ellos, también, sin temores, dejen la prisión del encierro físico y espiritual y experimenten la alegría de saber que el Señor ha vencido la muerte, tal como él mismo lo había anticipado.
¿Qué nos dice a nosotros esta hermosa lectura del evangelio? Más aún, ¿Cómo nos hace reaccionar el acontecimiento fundante de nuestra fe, es decir, la gloriosa resurrección del Señor? ¿Tenemos miedos y temores en nuestra vida personal y familiar? ¿Estamos viviendo o mejor dicho muriendo en un encierro físico y espiritual? ¿Nos ha tocado experimentar el sin sentido y la desesperanza en nuestra vida de fe? Deberiamos tomar el ejemplo de aquellas grandes mujeres, que, aún en nuestro dolor y sufrimiento, continuar con nuestra vida y buscar reencontrarnos con el misterio, con Cristo. Seguramente él nos dará los medios para redescubrir nuestra fe y fortalecer nuestra esperanza con su Resurrección.
¡Felices Pascuas de Resurrección a todos!
Comentarios
Publicar un comentario