"Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino»." Evangelio de hoy
Lectura del.santo evangelio segun san Juan 2, 1-11
"Tres días después, se celebraba una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.
Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.
Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él."
Palabra del Señor
Reflexión para la vida
José Gilberto Ballinas Lara
Hemos iniciado el tiempo ordinario. Un tiempo de gracia y de constante reflexión, y preparación, en el peregrinar de este nuevo año litúrgico.
Este segundo domingo ordinario, el Evangelio de San Juan nos brinda el primer acontecimiento social donde Cristo realiza su primer proeza o mejor dicho "signo" público.
Este evangelio, como muchos sabemos, a diferencia de los testimoniales de Mateo, Marcos y Lucas, tiene un enfoque, estilo literario y orden del contenido revelado, diferente. Es más teológico y espiritual, que pastoral. Centra su atención en demostrar, la divinidad de Jesús, especialmente con sus milagros "signos".
Hoy leemos el pasaje de "las bodas de Caná" Forma parte del 2o capítulo del "Ministerio de Jesús". "Tres días después" de haberse encontrado, el Maestro, con Felipe y Natanael lo vemos en torno a una boda. La boda era un acontecimiento fundante para los cónyuges y los familiares y amigos.
Entre los invitados, Juan, pone a Jesús y su Madre. Es probable que Jesús o María tuvieran un vínculo de amistad con los cónyuges. Aunque Cristo, aún, no se había dado a conocer sucedió que la fiesta se vio comprometía, ya que el "vino comenzó a escasear". El vino un signo de alegría y elemento esencial en todo protocolo social de encuentro celebrativo.
María, muy atenta, descubre la necesidad de los recien casados y acude a su hijo sabedora que Él haría lo correspondiente para salvar aquella celebración y, al mismo tiempo, a la pareja de esposos, los anfitriones. Pide a los sirvientes seguir las indicaciones de su hijo.
Aún cuando Jesús sabe que no ha llegado el momento sublime de su glorificación “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Accede con espíritu de obediencia de hijo y amor sublime de Dios que quiere salvar aquél matrimonio.
Mucha riqueza se puede obtener de este pasaje de san Juan. Por ahora quiero enfocarme en la humildad de Cristo y la intercesión de María. Jesús accede a hacer el milagro. Convierte el agua en vino y, con ello, restituye la alegría a la pareja de esposos y devuelve el ambiente de fiesta a la celebración. Esto ocurrió gracias a que la Virgen María se percató del peligro y acudió a su hijo, para que salvara, ese matrimonio, de la desgracia y la tristeza.
Hoy, María, continúa siendo la intercesora por excelencia. Sólo ella puede alcanzar de su hijo, Nuestro Señor, los beneficios que realmente necesitamos. Sin menospreciar a los santos y santas de Dios, sólo élla, la Dama de azul, "la mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies" la "Toda Santa" ella puede interceder por nosotros ante su hijo. A élla, Cristo, no le niega nada.
¿Nuestro matrimonio parece perder la esencia del vino del amor y el respeto? ¿Nuestra familia parece desmoronarse por culpa del egoismo, la mentira o la envidia de otros que quieren ver destruida la hermosa obra de Dios en élla? Recurramos, con humildad, a la Santísima Virgen María. Pero también, a ejemplo de Cristo, cultivemos la obediencia a Dios y su voluntad. Hagamos lo que Él nos diga y veremos la obra de Dios en nuestra vida.
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