José Gilberto Ballinas Lara
Intensos sismos, lluvias torrenciales, prolongadas sequías, altas temperaturas, frentes fríos agudos, inundaciones extremas, y un gran número de otros fenómenos que han provocado inmensas catástrofes en gran parte del mundo son objeto de estudio de científicos y también filósofos contemporáneos, así como de la atención de millones de personas a lo largo y ancho del mundo.
Estos acontecimientos, están
marcando radicalmente la vida de todas las personas que se ven interpeladas por
los mismos, debido a que ya se percibe desde una simple curiosidad hasta la
toma de conciencia de muchos y un cambio de actitud en pro de realizar
acciones para contrarrestar las
consecuencias de tales fenómenos.
Es una pena - y así lo tengo que
expresar- el hecho mismo de que, algunos, valiéndose del proceso de cambio y
desarrollo natural del universo, han utilizado estas manifestaciones para
declarar, inconscientemente que están estrechamente ligados a aspectos
religiosos, o de otra índole como aquella perspectiva que manifiesta son consecuencia de la
inminente llegada del cambio de tiempo (según un argumento Maya), hasta
quienes, torpemente dicen “estamos en la antesala del
final de los tiempos” valiéndose de supuestas predicciones y profetismos como
los de el famoso alquimista, astrólogo y matemático “Nostradamus” cuyos
escritos han sido objeto de constantes pésimas interpretaciones.
Todas estas concepciones, tienen
en común ser precipitadas y carentes de un fundamento lo suficientemente claro
y cierto. Tanto aquellos que dicen son signos claros de lo que la civilización
Maya había prescrito siglos antes (cabe mencionar que los escasos estudios de aquellos
que afirman esto tienen como fundamento algunos vestigios Mayas descubiertos en
el estado de Tabasco, entre los que destacan los fragmentos de un calendario que
hace aparente referencia a que el 21 de diciembre de este mismo año tendrá
cabida un enorme acontecimiento que repercutirá en todo el mundo, debido a que
“el mentado calendario descubierto” termina su conteo en la fecha mencionada; o
al menos esto es lo que algunos “supuestos” investigadores han descifrado de
dicho vestigio.
Se habrán dado cuenta, en mi modo
de expresarme al respecto, que estoy en franca oposición a estas “pseudo teorías”
que no son más que hipótesis mayormente
infundadas, porque carecen de evidencias científicas contundentes
y de conclusiones racionalmente aceptables, y son más bien puras
suposiciones de unos cuantos que, valiéndose de una particular interpretación
(muy limitada por cierto) de las supuestas evidencias quieren crear temor y
hasta psicosis colectiva en las masas.
No pude ser evidencia suficiente
un vestigio a medias como los fragmentos del calendario Maya, así como los
pocos descubrimientos arqueológicos que han construido toda una concepción del
final de los tiempos, donde, según ellos, existen profecías de esta gran
civilización y que, considerando los fatales fenómenos naturales que se han
suscitado en los últimos meses por todo el mundo, se han empezado a cumplir
cabalmente y hay quienes con gran habilidad han relacionado directamente estas
supuestas profecías Mayas con las de otros supuestos profetas como “Nostradamus”
de quien ya hice mención.
No podemos dejar de lado la
riqueza que la ciencia nos ha legado a lo largo de la historia, por ahora mencionaré
de modo breve algunas de las teorías más importantes sobre el origen del
universo: Primero la contribución de Nicolás Copérnico y su teoría Heliocéntrica,
apoyada luego por Galileo Galilei. Tiempo después Isaac Newton planteó las
leyes de gravitación universal. Además, dio explicación a las leyes del
movimiento formuladas por Kepler. Willem de Sitter, Hermann Weyl y Alexander
Friedmann habían anticipado modelos dinámicos del universo. Finalmente, Georges
Lemaitre construyó un modelo en expansión. Durante la segunda mitad del siglo
XX, muchas escuelas científicas optaron por la hipótesis de un universo
dinámico en actual fase de expansión originado a partir de un estado de
extraordinaria densidad y temperatura que estalló en una explosión, lo que
conocemos como la Teoría del Big-Bang. Otra teoría expansionista es la del
universo pulsante, y dice que el universo se expande y se contrae en ciclos de
miles de millones de años.
Aunado a estos grandes descubrimientos
científicos, tenemos los aportes de grandes filósofos contemporáneos , uno de
ellos Mariano Artigas, Sacerdote y filósofo de la ciencia que argumenta que la filosofía,
la ciencia y la fe no se contraponen, sino por el contrario enriquecen el
conocimiento sobre temas como el cosmos mismo “En efecto, parece lógico afirmar
que el mundo no ha existido siempre en su estado actual, sino que proviene de
estados anteriores en los que poseía grados menores de organización, y que
remontándonos hacia atrás en el pasado, llegaríamos a un estado primitivo
enormemente diferente del actual y de cuanto puede ser producido con los medios
actuales en los laboratorios. No sabemos con total certeza si el modelo de la ‘gran
explosión’ es verdadero; y aun suponiendo que lo fuera, no podríamos afirmar
que coincidiera con la creación del universo: podría haber sido el resultado de
procesos físicos anteriores. Pero parece claro que ha existido una evolución
cósmica y biológica en la que han ido apareciendo seres dotados de sucesivos
grados de complejidad.” Expresa Mariano Artigas en su obra “La mente del
universo”.
No cabe duda que a simple vista y
a juzgar por el impacto que los cambios en el orden y estructura del cosmos,
estamos presenciando el devenir del universo, en gran
medida como parte del proceso evolutivo y de organización y auto organización
del cosmos que por supuesto está íntimamente relacionado con su creador, Dios,
quien da el Ser al universo, así como sus capacidades. Sin embargo, el hombre
por ser también en el cosmos y tener una categoría superior dentro de la creación
incide, para bien o mal, en el caso concreto de nuestro planeta y su proceso evolutivo. Visto así,
los constantes fenómenos mayormente naturales que aquejan al Planeta Tierra son
resultado lógico de este proceso del universo. No hay por qué escandalizarse de
ellos. Nuestra actitud debería ser de reflexión y discernimiento para saber cómo
debemos actuar quienes tenemos la oportunidad de ser en este tiempo y espacio.
Buscar renovar nuestro compromiso para con la creación y en pro de la plenitud
de la misma.
Evitemos pues, caer en los “estúpidos”
(y perdón por la palabra) juegos de aquellos que quieren sacar un provecho
particular de esto proponiendo absurdas hipótesis, como las que he tratado en
el presente artículo. ¡Gracias!
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