Octubre: mes de las misiones y del Santo Rosario



José Gilberto Ballinas Lara

Hemos iniciado un nuevo mes, el décimo del año 2010 para ser exactos, una oportunidad para retomar el camino hacia el bien y la felicidad que todo ser humano anhela, pero que, comúnmente, no se alcanzan sin esfuerzos y mucho trabajo.

Para nosotros como “creyentes”, y más aún como Iglesia de Cristo, podríamos pensar en que nos aproximamos cada vez más al término del año litúrgico (el próximo 20 de noviembre con la solemne celebración de “Jesucristo Rey del Universo”), una buena ocasión para analizar nuestro ser y quehacer como Iglesia y Pueblo de Dios en camino.

En este sentido, este mes de octubre trae consigo algunos elementos muy valiosos que nos pueden ayudar a fortalecer nuestra vida de fe, para buscar realizar, cada vez con más acierto, la voluntad de Dios para dar Vida a todos los pueblos por medio de su Hijo Jesucristo. Uno de estos elementos es, el énfasis que se da a las “misiones”, y si consideramos que ésta es una gran tarea que ha sido conferida al Pueblo de Dios por el mismo Cristo, como lo explica el decreto “Ad Gentes” en su núm., 2 “La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, porque toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio del Padre”; nos remite a discernir, hasta dónde se ha realizado en este año, la labor evangelizadora de la Iglesia, cuáles han sido sus logros y cuáles sus desafíos, con miras a retomar dicha labor y fortalecerla en adelante.

Por ello este mes, nuestra amada Iglesia, celebra el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), para recordarnos que esta realidad le compete por completo a todo fiel desde el momento en que es bautizado. La finalidad fundamental de esta Jornada es dar a conocer la actividad misional de la Iglesia, en su más amplio sentido, tanto evangelizador como de desarrollo y promoción humana. Este mes, la Iglesia se une al esfuerzo de las Instancias de la misma que se dedican totalmente a las misiones, aporta una ayuda económica y también espiritual para el sostenimiento de tales Instancias Eclesiales.

Por otro lado, tenemos también un segundo elemento “Eclesial”, por así decirlo, y nos referimos a que el mes de octubre es considerado como el mes del “Santo Rosario”, este ejercicio devocional que tiene como punto de partida la realidad de la Santísima Virgen María como mediadora entre el hombre y Cristo. La Santísima Virgen tiene un papel relevante en la misión de la Iglesia, ella misma es el ejemplo perfecto de discípulo y misionero de Cristo.

La devoción al Santo Rosario, nos acerca a la realidad mariana, la “corona” que rezamos está, en un primer momento, dedicada a María Santísima, el primer ser humano resucitado y llevado a la gloria de Dios por los méritos de Cristo. Cuando uno reza el Rosario con devoción y sobre todo con fe, establecemos una comunicación con el trascendente, Dios, pero por medio de María, es ella misma la que lleva nuestras súplicas o acción de gracias a la presencia soberana de Dios.

La misión de evangelizar es un bien, con B mayúscula, ya que el beneficio no es particular, sino que tiene alcances inimaginables, debido a que, como hemos dicho antes, es una labor propia de la Iglesia, el Pueblo de Dios, que busca llevar el mensaje de Salvación a todos los pueblos de la tierra. Por su parte, el rezo del Santo Rosario, nos ayuda a elevarnos hasta Dios por medio de la oración, además de acercarnos al Misterio Pascual de Cristo al contemplar los misterios del mismo, y de este modo recibimos infinidad de gracias y bendiciones que la Santísima Virgen nos alcanza de Cristo, Nuestro Señor y Salvador. Aprovechemos pues estos dos elementos que se nos proponen para ser cada vez mejores personas e hijos de Dios y por concluir de la mejor manera este año litúrgico que, como comentamos antes, está próximo a finalizar.

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