José Gilberto Ballinas Lara
(Maestrante: Filósofo, comunicador y psicólogo)
La Iglesia Católica, reflexionando sobre los signos de los
tiempos, ve con tristeza que la humanidad está perdiendo de vista la realidad
de Dios. El hombre, creatura hecha a imagen y semejanza de su creador (Cfr.
Sagrada Escritura: Génesis 1, 27), ha ido olvidándose de una de sus
características esenciales, “ser humano”. La muerte y la barbarie encontrada a
lo largo de la historia hasta nuestros días, manifiestan la pérdida de dicha
esencia.
Nuestra nación es un claro ejemplo del escepticismo (válgase
la expresión) en relación a Dios. Los hechos que vivimos en la actualidad-
violencia en todos los aspectos de la vida, la cultura de la muerte, el
desmesurado anhelo de poder, etc.-, particularmente la delincuencia que sigue
superando los proyectos y estrategias del Estado por mantener un orden civil,
nos habla de la incapacidad del ser humano para afrontar la problemática que
generan en la vida los aspectos negativos antes mencionados.
El hecho concreto de la desaparición de los estudiantes
normalistas de Iguala Guerrero, ha dado mucho que criticar a las actuales
políticas jurídicas, económicas, sociales, y el limitado estado de derecho en
nuestro país. Ante esto la Conferencia del Episcopado Mexicano ha expuesto su
descontento con un “¡Basta ya! No
queremos más sangre”, en el mensaje de los Obispos de México publicado el
pasado 12 de noviembre del presente año.
En dicho mensaje titulado “¡Basta ya!” los Pastores de la Iglesia Católica en México dejan en
claro que el Señor Jesucristo está presente en el mundo para edificar su Reino
de justicia y paz “Jesucristo es nuestra paz. Él está presente en su Palabra,
en la Eucaristía, en donde dos o más se reúnen en su nombre, en todo gesto de
amor misericordioso y en el compromiso por construir la paz en la verdad y la justicia”
No nos sintamos solos. En estos momentos, donde la
incertidumbre sobre la vida de los jóvenes desaparecidos pesa y marca una
crisis que ha venido suscitándose en el pueblo mexicano, y frente al grito de
millones que exclaman “¡Vivos se los
llevaron. Vivos los queremos de vuelta!”, unamos nuestras voluntades y, más
allá de generar más violencia que agudice la crisis social de nuestro querido
país, adoptemos una actitud propositiva que contribuya a la resolución efectiva
de nuestros males, confiando que Cristo, que ha vencido la muerte y al mal, nos
acompaña siempre. Solo necesitamos volver la mirada a Él.
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