Texto
del Evangelio (Lc 6,39-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos
esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el
hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien
formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo
de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes
decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no
viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de
tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu
hermano».
Algo para la reflexión
Por: José Gilberto Ballinas
Lara
(Maestrante: Filósofo,
comunicador y psicólogo)
Estimadas amigas y amigos:
Continuamos con el discurso
que Jesús dirigió a aquella muchedumbre en aquel significativo monte. Después
de exhortar a todos los presentes a amar incluso a los enemigos, ahora les
presenta una comparación, con la intención de esclarecer más el mensaje que él
quería transmitir.
¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No
caerán los dos en el hoyo? De este modo inicia la comparación del
Maestro Jesús. Por experiencia sabemos que es absurdo suponer, si quiera, que
un invidente pueda guiar a otro en las mismas circunstancias. Esta primer
figura, más allá de su literalidad, hace referencia a las limitaciones propias
de una persona que no puede contemplar más allá de las apariencias, debido
principalmente a su idea de superioridad en todos los sentidos. Una persona
altiva se considera autosuficiente y olvida la limitación propia de su ser de
humano, por lo que se expone a caer irremediablemente en contradicciones y en
graves problemas, especialmente aquellos problemas esenciales de la vida.
La
falsa sabiduría hace a muchos presumir de algo que no tienen. Tener poder
económico o político puede distraer de lo esencial y convertir a la persona en
un esclavo de su propia ambición. Así sucedía con los maestros de la ley,
escribas y fariseos, quienes presumían de ser portadores de la verdad, lo cual
los volvía ciegos de sus limitaciones y los hacía cometer errores graves al no
practicar lo que en teoría sabían y exigir a los demás cumplir preceptos y
leyes que ellos no cumplían. Por eso Jesús se los reclama enérgicamente cuando
dice a sus discípulos Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y
entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
Cristo,
con sus comparaciones busca concientizar a sus seguidores de lo que deben hacer
y lo que deben evitar, como normas evangélicas, para ser auténticos discípulos
suyos. A
nosotros nos pide lo mismo, ser conscientes de nuestra condición de
pecadores y partir de ello para esforzarse en ir progresando en la vida
personal.
Hagamos
un momento de reflexión sobre cómo nos encontramos ante las palabras de Cristo
expuestas hoy en estos versos del evangelista san Lucas y en nuestra oración
pidamos al Espíritu Santo sus dones para, ahora sí, quitarnos el vendaje de los ojos y ponernos en marcha hacía un
crecimiento espiritual que redunde en nuestra realidad de vida.
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